Wednesday, August 15, 2007

Un viaje curioso

Una de las cosas que me gusta hacer es escribir una especie de diario cuando salgo de viaje. Ya será casualidad que en Irlanda, mientras rebuscaba en la carpeta intentando encontrar los papeles de la reserva de algún albergue surgieran en unas solapas los diarios de dos viajes que he hecho: los Pilares 2004 que pasamos en Croacia y Eslovenia y el Tour de Europa del Este que hicimos en 2005. Diarios escritos probablemente bajo el influjo de una buena cerveza al final del día y que intentan a la vez ser descriptivos y jocosos. Este es el relato de nuestra apoteósica entrada en Eslovenia, transcrito del diario:

"El tren que hace el recorrido Venecia - Ljubljana es un moderno expreso que une las ciudades en apenas 4 horas. Eso sí, es bastante caro y aún nos estamos preguntando porque hemos comprado billetes de compartimento de esos para 4 personas si el 80% del tiempo hemos ido en el vagón-cafetería. El asunto ha empezado a torcerse cuando al poco de salir de la estación ha pasado un tipo con un carrito con bebidas. Nuestra reacción ha sido unánime "Coño, si lleva cervezas". Del carrito hemos ido a la cafetería donde algunos han pasado de la cerveza al whisky y nos hemos encontrado a unas de Madrid que son geólogas y nos han enseñado el significado de la palabra: geoda. Que para los malpensados e infortunio nuestro no tiene nada que ver con lo que estamos pensando.
Afortunadamente llevamos los pasaportes encima. De esta manera los policías de la frontera podrán saber quien somos y nosotros mismos podremos recordar quienes somos"


Así recordábamos Nano y yo el día del Pilar que pasamos en la cuneta de una autopista de Croacia esperando un coche de repuesto.

"La idea de bajar desde Zagreb a Dubrovnik no ha sido del agrado de nuestro R-21. Un manguito y la correa del ventilador han sacado la bandera de rendición en forma de humareda blanca y nos han obligado a detenernos en la autopista. Hemos llamado al tipo que nos alquiló el coche y nos dice que ahora viene desde Ljubljana con un camión grúa en el que lleva otro coche para cambiarnoslo. Como ese "ahora vengo desde Ljubljana" va a tardar 5 horas, mientras Javi y el resto se quedaban junto al R-21 hemos pillado el otro coche y nos hemos ido al pueblo más cercano... ¿a buscar un taller?, ¿a comprar otro manguito?, ¿a mirar si había algún sitio donde pasar la noche por si acaso la espera se alargaba? NO, a por cervezas.
El susodicho pueblo al que hemos ido a por las susodichas cervezas se llama Otocac y no entraba en nuestros planes. Curiosa visita donde se ven aún los efectos de la guerra de los Balcanes. Y es que los agujerillos y desconchones que se aprecian en las paredes hacen juego con la atracción para críos en el parque municipal: un enorme misil de plástico con un tobogán".

La descripción de una larga jornada de coche: Split-Dubrovnik ida y vuelta junto con visitilla de unas cuantas horas a la ciudad amurallada

"Hoy ha sido un día grande: hemos visitado Dubrovnik, hemos sobrevivido a varios patinazos del coche en la carretera (Briatore cabrón!! Giorgi a Renault!!), hemos hecho una pista de patinaje por el método de volcar una olla con aceite sobre la acera, hemos hecho una tortilla de patata para 6 con solo 1 patata pero con otros ingredientes variados y diversos y de momento el huevo candidato a tener salmonela parece estarse quietecito. Ah si, además hay que decir que Dubrovnik mola"

Supongo que leído así no hace la misma gracia que vivido y recordado, pero el buen rato que he pasado recordando los episodios que narró compensa. Nos ocurrieron otras cosas en ese viaje, como cuando Charly y yo acabamos durmiendo en el coche porque la tienda de campaña se nos inundó por la lluvia... lluvia que hizo que la mañana siguiente cogiesemos 4 kilos de rebollones (kilo arriba kilo abajo) sin movernos más de diez metros de las tiendas. Estos rebollones nos los hicimos con el hornillo tras lavarlos en un arroyo, que se nos cayera la cazuela por piedras resbaladizas y volverlos a lavar en el mismo arroyo. A mitad de hacerlos nos dimos cuenta de que no teníamos sal y Javi se fue a una especie de albergue casa rural que había cerca y como no vio a nadie acabo entrando hasta la cocina y cogiendo una pizca de sal. Lástima que a lo que llegó ya no había gas en el hornillo y nos comimos los rebollones medio crudos.

Sus añado unas fotos:
Adorando la cazuela que tantas y tan variopintas comidas hizo:


Lo de los rebollones era verdad:


El pueblo de Otocac con sus huellas de la guerra aun patentes:


Nuevamente la cazuela como protagonista: comiendo en la cuneta de la autopista mientras nos cambian el coche:
Dubrovnik: Impresionante


Curiosa visita a un castillo con cubas de vino:


Luis

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