Sunday, September 21, 2008

Parecía que fuera ayer

Fue hará cosa de poco más de una semana. Había por fin conseguido encontrar el albergue en Burgos y (cosa rara) pude aparcar casi en la puerta, algo que se agradece tras un viaje de 300 kms después de todo el día currando.

Me acerque a la recepción mientras hablaba con mi madre para decirle que ya habia llegado, que el viaje muy bien, queh acia frio pero llevaba la chaqueta etc...

Y alli estaban. Como si no hubieran pasado 4 años desde aquella última noche gloriosa en Edimburgo, aquel trayecto en autobus a las 7 de la mañana Edimburgo-Glasgow y la despedida antes de coger la maleta, echarme la mochila al hombro y salir hacia el aeropuerto de Prestwick.

Como si no hubiesen pasado 2 años desde la última vez que coincidimos Fede (italiano), Nico (frances) y yo en Barcelona, aquel día en el que vimos la sagrada familia y el Parque Guell bajo un calor asfixiante, donde estuvieron a un tris de hacerme romper la promesa que hice hace ya más de 5 años de no poner pie en un Mcdonalds. Como si después de aquella paella en casa de mi hermana en Barcelona, a la que también vino Mercé y apareció Francesco por sorpresa no hubiera pasado el tiempo.

Hace ya unos cuantos meses que escribí acerca de "La relatividad del tiempo" y mi teoría se volvió a confirmar hace una semana.

Durante los dos años que han pasado desde entonces puse pie en la Expo y me tiré más de un año deseando acabar una obra que se me estaba haciendo interminable. Parecía que los días pasaban y no se avanzaba nada, que el trabajo se hacía largo y pesado, eterno. Y sin embargo ese año que paracía tan largo y lento queda enmarcado dentro de esos dos años desde la última vez que coincidimos Nico, Fede y yo. Y cuando nos vimos parecía que solo hubiesen pasado unos instantes desde la despedida en Barcelona.

O solo unos pocos días más desde que en 2005 Fabio se acordaba hasta de mi quinta generación de antepasados mientras arrastraba los higadillos subiendo por las gradas de Soaso, o desde que estuvimos con Fede unas dos horas en el sótano del Museo del Transporte de Milan porque era el único sitio en toda la ciudad donde se estaba fresquito a pesar de los mas de 40 grados que hacia fuera.

Afortunadamente no volverán a pasar dos años hasta que nos volvamos a encontrar, puesto que para el puente de la constitución iremos a Italia y volveremos a ver a Federico, y quizás a Fabio.

Y seguro que en estos tres meses algunas cosas se harán lentas y pesadas pero que cuando nos volvamos a encontrar volverá a parecer ayer el día que desayunamos chocolate con churros en Burgos, comimos en la Laurel en Logroño y cenamos un bocata viendo Bilbao desde el final del funicular.

Luis

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